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Las deudas de la amapola

Sinaloa no es Guerrero. Ventajas de la economía legal para la ilegal

Cecilia Farfán Méndez

Introducción

Durante unos días inusualmente fríos para Culiacán en 2020, pregunto a mis interlocutores, la mayoría dedicados al periodismo de investigación y al activismo de Derechos Humanos, sobre los efectos en el estado de la caída en el precio de la goma de opio. Guardan silencio unos segundos. Después, quizás con mayor paciencia de la que tendrían normalmente, me responden y explican: no hay efectos. Saben que el precio de la goma ha bajado, pero no con consecuencias devastadoras como se ha documentado en Guerrero y Nayarit[1]. Además, aclaran: Sinaloa no es Guerrero ni Nayarit. Todos parecen saber también que el mercado de opioides de Estados Unidos se ha transformado. Cuentan que las drogas sintéticas, como el fentanilo, producidas a partir de precursores químicos y sin goma de opio como materia prima, han reemplazado parte del consumo de heroína.


Sin embargo, en Culiacán, estos cambios difícilmente son temas de interés y mucho menos se consideran una crisis. En un café del centro de la ciudad, uno de los entrevistados me explica: “aquí el negocio es el dinero”. Y con esa sentencia resalta la necesidad de indagar sobre las diferencias que existen al interior de Sinaloa en las cadenas de valor de producción y distribución de drogas ilícitas.


Esta entrega analiza cómo los dueños de los insumos en la producción de drogas ilícitas en Sinaloa cuentan con mecanismos para amortiguar cambios en los precios de heroína. Para documentarlo se enfoca en el valor agregado que se genera en Culiacán al procesar la goma de opio en heroína y la rentabilidad que existe en el almacén y transporte de drogas. Igualmente, se exploran algunas de las ventajas que ofrece la economía sinaloense, a diferencia de Guerrero y Nayarit, y cómo están vinculadas con los mercados ilícitos. La economía de la amapola en Sinaloa debe entonces analizarse tanto en la sierra[2]como en la ciudad para arrojar luz sobre las diferencias en ingresos y nivel de precariedad que existen entre productores e intermediarios, así como las ventajas que, sin buscarlo, ofrece la economía formal a las actividades ilícitas. Ventajas ausentes en otras regiones productoras de amapola en el país.


La evidencia presentada aquí fue recolectada en Culiacán y Aguaruto, Sinaloa durante varias semanas de 2020. La autora entrevistó a funcionarios de gobierno, periodistas y miembros de la sociedad civil. El trabajo de campo incluyó visitas con periodistas a la Expo Agro del estado lo que permitió una aproximación a actores clave de la agroindustria en la región noroeste del país. Las entrevistas siguieron un formato semiestructurado con una duración promedio de 120 minutos y bajo acuerdos de confidencialidad. Ninguna persona entrevista fue remunerada por su participación.


Sinaloa no es Guerrero

El valor agregado de Culiacán

Las conversaciones sobre drogas ilícitas y narcotráfico rara vez incluyen una discusión precisa sobre cómo se manufacturan y distribuyen. Las narrativas en apariencia más completas vinculan a personas que mueren por sobredosis accidentales en Estados Unidos con los “cárteles” de la droga en México dando una supuesta explicación sobre el mercado de drogas ilícitas. Aunque el pueblo de La Tuna en Badiraguato goce de fama mundial gracias a Joaquín El ChapoGuzmán, discusiones sobre cómo operan las cadenas de valor de la amapola y heroína siguen al margen de las historias del narcotráfico.


Es decir, más allá de los mapas que dicen retratar la presencia del crimen organizado y sus rutas, publicados por los gobiernos y diferentes actores de la sociedad civil, ¿hemos explicado cómo la goma de opio extraída en la sierra sinaloense llega a los consumidores en forma de heroína a los barrios estadounidenses? No.


La compra de goma

Esta falta de análisis se explica por dos dinámicas. Primero, las dificultades para realizar investigación sobre mercados ilícitos. No obstante, sin desestimar los retos en estas áreas, existen investigaciones de largo aliento sobre los mercados de tráfico y de consumo, tanto en México – en particular en la frontera con Estados Unidos[3]– como en las calles del norte[4] que nos acercan de manera concreta a la realidad social y económica de un concepto vago: el tráfico internacional de drogas.


Segundo, el supuesto – incorrecto - que cobra cada vez más fuerza en el contexto mexicano y que entiende de forma mecánica el narcotráfico como una actividad necesariamente violenta, generalmente sin evidencia directa. Esto último a su vez ha llevado a un énfasis desmedido en el “narco-espectáculo” que enmarca las explicaciones en un relato que siempre enfrenta el narco contra el Estado[5]. Más aún, en estas historias lo que importa es la supuesta opulencia de los narcos, sus joyas, sus carros, sus mujeres, sus “cuernos de chivo” importados y los mitos masculinos que los rodean.


Lo que no vemos es la parte menos cinematográfica de las economías ilícitas: el negocio, el capital y las características estructurales locales y regionales necesarias para su funcionamiento. Las imágenes de la flor de amapola que aparecen en los medios nacionales e internacionales se toman en la sierra. Alimentan la idea de una actividad remota y escondida, que pertenecería a un mundo salvaje y aislado. No es así.


Es aquí donde Culiacán cobra importancia. Aunque la cadena de valor de la heroína comienza en la sierra, Culiacán es fundamental para transformar la goma de opio en polvo. De acuerdo con la Base de Datos de Acciones Antidrogas desarrollada por México Unido Contra la Delincuencia, desde el año 2000 hasta el 2019 la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la ahora desaparecida Policía Federal aseguraron 2,073 laboratorios dedicados a la producción de drogas ilícitas en todo el país. De estos 2,073, 544 fueron asegurados en Sinaloa o el 26% del total nacional. Más aún, de los 38 laboratorios asegurados que fueron clasificados como dedicados a la producción de heroína y morfina, 18 de ellos fueron asegurados en Sinaloa y 8 específicamente en Culiacán. De acuerdo con datos de la Fiscalía General de la República (FGR), recolectados e incorporados a la Base de Datos de Acciones Antidrogas, desde el año 2000 a 2020 en Sinaloa se han destruido 612 laboratorios dedicados a la elaboración de drogas sintéticas. Aunque la FGR no desagrega los datos a nivel municipal, Sinaloa ocupa los primeros lugares en el país en la destrucción de laboratorios dedicados a la producción de drogas sintéticas junto con Jalisco y Michoacán.


Aun considerando que los datos de SEDENA, Policía Federal y FGR no dan cuenta de la producción de drogas sino las acciones antidrogas, son útiles para conocer el énfasis que ha habido en el aseguramiento y destrucción de laboratorios en Sinaloa. Igualmente, dan evidencia de la producción que ocurre en el estado, y en particular en la capital y por ello nos sirven para pensar en las cadenas de valor que existen en la economía de la amapola y la articulación entre los espacios rurales y urbanos.


Sinaloa no es Guerrero

Similarmente a lo que ocurre en Guerrero, los campesinos de Sinaloa venden la goma de opio a un intermediario a quien le llaman “coyote”. Como lo apunta Vizcarra (2021, esta serie), los cultivadores de Sinaloa y de Durango no operan como cooperativas. Lejos de cierta visión romantizada de las “comunidades” productoras de amapola, la economía de la goma es altamente capitalista e individualista: cada campesino busca sus propias ganancias.


En este mundo, el compradorde la goma fija el precio. Él se encarga de transportarla a centros de producción, desde las montañas a la ciudad. Por lo tanto, el comprador puede reducir el precio de compra en respuesta a las fluctuaciones del mercado internacional. Como ocurre en mercados de bienes legales, es probable que las caídas en los precios de la heroína en las calles de Estados Unidos se transfieran en pagos más bajos a los cultivadores por cada kilo de goma de opio que venden[6]. Sin embargo, es importante notar que los compradores nunca han pagado un precio que transfiera la riqueza del mercado a los cultivadores de amapola. La bonanza económica que ha acompañado a la heroína en momentos de mayor demanda no se transfiere por completo a los cultivadores. Como me explica un periodista quien ha investigado economías ilícitas durante más de dos décadas: “Ellos están jodidos, como siempre ha sido”. Así, las opciones en la sierra nunca han sido de volverse millonario, sino escapar, por periodos, de una economía de subsistencia con un horizonte de previsión a meses, como máximo.


De acuerdo con entrevistas realizadas en Culiacán, la goma empaquetada se transporta, entre otras formas, utilizando avionetas que vuelan a la sierra como aerotaxis. Avionetas que transportan pasajeros y paquetería a la sierra de Chihuahua, Durango y Sinaloa. Estos servicios son utilizados principalmente por personas que viven en centros urbanos y envían paquetes a sus familiares o viajan a la sierra para visitar a sus familias. Este servicio, legal, existe porque los caminos terrestres son de difícil acceso y un tramo que puede tomar 6 horas en una camioneta de doble tracción se hace en menos de una hora en avioneta. En promedio, un pasaje redondo Culiacán, Sinaloa-Canelas, Durango, por ejemplo, cuesta $3,000 pesos (~$150 dólares). Estos aerotaxis difícilmente pueden considerarse como un transporte público. Al contrario, están disponibles para personas que al obtener un mayor ingreso en áreas urbanas pueden pagar el envío de paquetes o su pasaje para visitas en áreas de complejo acceso.


Los mismos aerotaxis pueden ser utilizados para transportar goma de opio. Cumplen con un plan de vuelo oficial pero estando en la sierra recogen la mercancía ilícita, y la transportan a Culiacán. Los pilotos siempre pueden argumentar algún contratiempo climático para justificar cambios o retrasos en el plan de vuelo.


Así, las avionetas no operan en la ilegalidad, sino que parte de su actividad comercial oficial incluye servicios extralegales.  Lo que esto ilustra es que la economía ilegal no existe sin lo legal. Mientras la cultura popconstruye un imaginario narco, la producción y distribución de drogas ilícitas ocurre en las actividades triviales que no ameritan un narcocorrido. Es más, entre mayor legitimidad y reputación oficial tenga una compañía de aerotaxis, menor será el riesgo de que sean arrestadas o revisadas sus avionetas. De ahí que los precios del transporte se fijen simultáneamente por criterios legales e ilegales. La fiabilidad del servicio, asegurado por la capacidad operativa de la empresa y por su capacidad a sobornar autoridades, elevan el costo de transporte de la goma, y por lo tanto su valor intrínseco; costo que está fuera del alcance de los campesinos productores.


Así, como los consumidores estadounidenses de tomates producidos en Sinaloa pagan por el valor agregado de empaquetarlos, transportarlos y distribuirlos, los consumidores de heroína pagan por servicios que conectan las calles del norte con Culiacán y la sierra sinaloense. Aunque parezca una obviedad, hace falta enfatizar que los precios a los que se venden las drogas a los mayoristas en la frontera México-Estados Unidos no son un invento, sino el resultado de esta cadena de valor, servicios y riesgos, así como de la pureza del producto final. En esta cadena, sin embargo, desaparecen rápidamente los campesinos y son los intermediarios quienes obtienen ganancias.


Almacenamiento, producción y distribución de heroína

Después del transporte entre la sierra y Culiacán, quienes procesan la goma de opio en heroína y almacenan drogas también extraen valor y ganancias por sus servicios. Es decir, son actores distintos a aquellos dedicados al transporte. En consecuencia, aunque formen parte de una misma red o “grupo”, siempre existe una diferenciación en las funciones.


De acuerdo con las entrevistas realizadas a periodistas sinaloenses quienes investigan las economías ilegales del estado, una de las razones por las cuáles los cambios en el precio de la heroína han devastado a los cultivadores pero no a los intermediarios está vinculada con la diversidad de sus actividades y productos, y por lo tanto con sus capacidades de adaptación. En Culiacán, no sólo se acopian para su distribución heroína y marijuana (tradicionalmente asociadas con producción en el estado) pero también drogas sintéticas hechas en la ciudad, y cocaína de importación.


De acuerdo con nuestras entrevistas, uno de los factores principales para entender las ganancias de los intermediarios en centros urbanos del estado fue la culminación de la carretera Mazatlán-Durango que conectó a Sinaloa con la frontera texana, vía la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Este desarrollo, presentando como la obra pública “más grande de la historia de las carreteras de México”[7]une el Pacífico norte con el Golfo de México, y abre otra ruta para comerciantes dedicados a actividades legales e ilegales hacia el mercado estadunidense.


Sinaloa no es Guerrero

Mapa 1. Corredor Mazatlán-Matamoros[8]


Construida en medio de la Sierra Madre Occidental y en la zona productora de drogas conocida como el triángulo dorado, la carretera Mazatlán-Durango inició construcción en el año 2001 pero fue inaugurada hasta octubre de 2013. Además de ser una hazaña de ingeniería, con 61 túneles y uno de los puentes atirantados más altos del mundo (el puente Baluarte), la carretera de 230 kilómetros reduce el tiempo de traslado de entre ocho y seis horas, a sólo dos horas y media. Más aún, es una ruta más segura para turistas y usuarios comerciales quienes antes tenían que transitar por el camino conocido como el Espinazo del Diablo. Específicamente, el corredor carretero Mazatlán-Matamoros integra a las ciudades de Mazatlán, Durango, Torreón, Gómez Palacios, Saltillo, Monterrey, Reynosa y Matamoros (1,048 kilómetros en total). Es decir, integra a Sinaloa con el Noreste mexicano, incluida la frontera con Estados Unidos.


Para quienes estudian los mercados ilícitos en Sinaloa, no se puede entender la distribución de drogas desde el estado hacia otras partes de México y Estados Unidos, sin considerar el desarrollo de esta obra de infraestructura. La carretera conecta al estado con otros mercados y por ende los distribuidores obtienen otras fuentes de ingreso a diferencia de los campesinos amapoleros, atrapados en una economía aislada y de monocultivo. Para estos interlocutores, el acceso a la carretera también ayuda a explicar la violencia en el puerto de Mazatlán[9].


Información recolectada en Sinaloa sugiere que durante la construcción de la carretera existieron periodos de negociación con cultivadores de amapola quienes pidieron continuar con la raya y extraer la goma de opio. De acuerdo con una de las fuentes, los cultivadores negociaron con las empresas privadas encargadas de la construcción de distintos tramos. Así, cuando llegaba el momento de rayar la amapola para extraer la goma de opio, las constructoras se retiraban o mantenían a los empleados en sus campamentos para no molestar el proceso de extracción de la goma.


Este ejemplo da cuenta nuevamente de los vínculos intrínsecos entre sectores legales e ilegales. El desarrollo de la construcción de la carretera Mazatlán-Durango en medio del triángulo dorado no hizo desaparecer el cultivo de amapola. Al contrario, la producción se adaptó a la construcción de distintos tramos y una vez terminada dio opciones a distribuidores no sólo en el comercio legítimo con el noreste de México y Estados Unidos, sino también a aquellos involucrados en mercados ilícitos.


Aunque las obras de infraestructura no hacen parte de los enfoques principales que dan a entender el tráfico de drogas y la violencia en México (con excepción del puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán) son esenciales para entender el desarrollo histórico del narcotráfico, y sus evoluciones contemporáneas en las dinámicas de distribución. Todo aquello que facilite el comercio legal, también lo hará para el ilegal.


Este punto es esencial en vista del desarrollo de la carretera actualmente en construcción Badiraguato-Guadalupe y Calvo que conecta a Culiacán, Sinaloa con Parral, Chihuahua. Se espera que la carretera que fue iniciada en los años sesenta, y posteriormente abandonada, reducirá el tiempo de traslado entre Badiraguato y Guadalupe y Calvo de 27 a 9 horas.


La obra de infraestructura busca acompañar el programa “Sembrando Vida” diseñado e implementado por la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador. En marzo de 2020, durante una visita para supervisar la construcción de la carretera, el presidente anunció que la sierra sería reforestada con árboles frutales y maderables. Como parte del programa, los sembradores reciben $5,000 pesos mensuales. El día del anuncio, los medios mexicanos e internacionales se enfocaron únicamente en el saludo que le dio López Obrador a la madre de Joaquín El Chapo Guzmán, presente en el lugar. Lo trascendente, sin embargo, son los impactos que tendrá la construcción de una carretera interestatal en el corazón del triángulo dorado.


Complejidad y competitividad económica

Vemos entonces que el modelo de producción y distribución de drogas ilícitas sinaloense no opera en un vacío económico ni político. No es que los intermediarios de Culiacán sean mejores empresarios que otros en el resto del país. Ciertamente, sus redes pueden contar con más años de experiencia y conexiones. Pero más allá de la longevidad del negocio y la transferencia de conocimiento, los intermediarios de Culiacán operan en un contexto de alta competitividad y “complejidad” económica que está directamente vinculada con la historia de los intercambios comerciales con Estados Unidos, construida desde finales del siglo XIX[10].


El Índice de Complejidad Económica publicado por el gobierno mexicano es “una medida de las capacidades existentes en una economía inferida a partir de la conexión entre las localidades y las actividades desarrolladas en cada una de ellas. Un mayor nivel de complejidad está relacionado (…) con un mayor nivel de ingreso y mayor crecimiento económico”[11]. Dentro de este índice, Sinaloa ocupó en 2020 el lugar número 17 de las 32 entidades federativas en el país. Más significativo para comparar las economías de la amapola, Nayarit y Guerrero ocuparon los lugares 28 y 31 respectivamente.


Sinaloa no es Guerrero

Fuente: https://datamexico.org/es/profile/geo/sinaloa-si#complejidad


Por su parte el Índice Doing Business elaborado por el Banco Mundial, que clasifica las economías mundiales y subnacionales de acuerdo con la complejidad de las regulaciones y la protección a los derechos de propiedad, coloca a Culiacán en el número cinco de las 32 entidades federativas. Por decirlo de forma más simple, Culiacán es de los mejores lugares para hacer negocios en el país. Por su parte Tepic (Nayarit) y Acapulco (Guerrero) ocupan los lugares 22 y 30 respectivamente[12].  Chilpancingo, capital del estado de Guerrero no hace parte de este ranking, y mucho menos Tlapa de Comonfort, la “capital” de La Montaña, a pesar de su papel central en la economía amapolera guerrerense.


Y es que en Sinaloa no solamente se acumula mucho capital, sino que la inmensa mayoría de éste proviene de actividades perfectamente legales. Por ejemplo, con tan sólo el 3% del territorio y 2.5% de la población nacional, Sinaloa produce una tercera parte de los alimentos en México[13]. Este tejido industrial no solamente riega a la economía licita, sino que permite absorber ganancias ilícitas, así como adaptarse a potenciales transformaciones de los mercados ilícitos. Así, a principios de 2020, durante la Expo Agro del Sinaloa[14], el entonces dirigente del Consejo Nacional Agropecuario planteó el cultivo y procesamiento de la mariguana como una solución para la crisis del sector agro-industrial mexicano, y aseveró que el campo estaba preparado para esa industria.

El lugar y la fecha de las declaraciones no fueron coincidencia. No solo ocurrieron en el estado donde se ha arraigado el mito fundacional del narcotráfico en México, sino en una de las entidades donde cultivos hasta ahora ilegales podrían integrarse rápidamente a una agroindustria de clase mundial. Es decir, si mañana despertáramos en un México donde las drogas semi-sintéticas – como la heroína derivada de la amapola - fueran legales, Sinaloa estaría mucho mejor posicionado que Guerrero y Nayarit para sacarle el máximo provecho.


Son precisamente estas estructuras que les permiten a los intermediarios de la droga en Culiacán absorber los choques de mercado. En cambio, como en cualquier otra actividad capitalista, la mano de obra poca calificada, como los campesinos cultivadores de amapola, cuenta con escasas o nulas opciones de adaptación.


De acuerdo con estimaciones publicadas en 2020[15], el precio de la heroína en Estados Unidos ha bajado de manera sostenida desde 2010, cuando había alcanzado un precio máximo de cerca de $1,100 dólares por gramo[16]($21,142 pesos). Para 2016, el último año para el que hay datos, el precio por gramo estaba por debajo de los $800 dólares ($15,376 pesos). Aunque el precio de la metanfetamina también ha bajado desde su pico en 2008, su fluctuación a partir de 2011 ha sido menos severa oscilando entre los $300 y $200 dólares por gramo ($5,770-$3,850 pesos). Más aún, aunque el número de usuarios crónicos de cocaína en Estados Unidos (aquellos que consumen cuatro o más días en el último mes) bajó de 3.8 millones en 2006 a 2.3 millones en 2016, el precio ha tenido un ligero repunte y desde 2008 está por encima de los $200 dólares por gramo ($3,850 pesos).


Sinaloa no es Guerrero

Cabe aclarar que no se pretende en este análisis argumentar que los precios por gramo de venta al menudeo en Estados Unidos son las cantidades que reciben los distribuidores en Sinaloa. Sería absurdo suponer que un kilo de heroína se vende en $800,000 dólares en la frontera. Los precios por gramo desagregados por droga se muestran a fin de ilustrar que el negocio de producir, almacenar y distribuir varias drogas les permite a los intermediarios tener múltiples fuentes de ingresos que no dependen exclusivamente de la demanda de un producto.

Conclusión

La economía de la amapola sinaloense debe entenderse desde los espacios de cultivo rurales y los espacios de producción, almacenamiento y transporte en áreas urbanas. El modelo de producción y distribución de drogas sinaloense no opera al margen de la economía formal, sino que se beneficia de ella. Dada la alta complejidad de la economía sinaloense, a diferencia de Guerrero y Nayarit, los intermediarios operan en un contexto de negocios que ofrece ventajas.


Particularmente relevante fue la culminación de la carretera Mazatlán-Durango que conectó al Pacífico norte con Estados Unidos vía la ciudad fronteriza de Matamoros. Esta obra de infraestructura concluida en 2013 generó más rutas para el intercambio comercial con Estados Unidos, incluyendo aquellas vinculadas con actividades ilícitas. Esto genera fuentes de ingreso para los intermediarios que no existen para los cultivadores.


Más aún, la bonanza económica vinculada con la heroína no se transfiere a los cultivadores. Por su parte, los intermediarios y dueños de los insumos obtienen ganancias al agregar valor en cada paso que implica transformar la goma de opio a heroína y exportarla. Por lo tanto, cuando cae el precio de la heroína, los intermediarios cuentan con mecanismos que les permiten amortiguar estos cambios; mecanismos inexistentes para los cultivadores. Análisis sobre la crisis de la amapola, en consecuencia, deben tomar en cuenta a los distintos actores que hacen parte de la cadena de valor.


Cecilia Farfan es un personaje que me debe un chingo de chela

[1] No more opium

[2] Para conocer más sobre las dinámicas en la sierra, ver Vizcarra en esta serie.

[3]

Beletsky, L., Baker, P., Arredondo, J., Emuka, A., Goodman-Meza, D., Medina-Mora, M. E., . & Magis-Rodriguez, C. (2018). The global health and equity imperative for safe consumption facilities. The Lancet, 392(10147), 553-554.

Arredondo Sanchez Lira, J. (2017). Evaluating the Implementation of Drug Decriminalization in Tijuana Mexico: Police and Public Health (Doctoral dissertation, UC San Diego).

[4]

Mars, S. G., Bourgois, P., Karandinos, G., Montero, F., & Ciccarone, D. (2014). “Every ‘never’I ever said came true”: transitions from opioid pills to heroin injecting. International Journal of Drug Policy, 25(2), 257-266.

Bourgois, P., Hart, L. K., Montero, F., & Karandinos, G. (2019). The Political and Emotional Economy of Violence in US Inner City Narcotics Markets. Ritual, Emotion, Violence: Studies on the Micro-Sociology of Randall Collins, 46-78.

Bourgois, P. (2003). In search of respect: Selling crack in El Barrio (No. 10). Cambridge University Press.

[5]https://revistaespejo.com/2020/10/17/el-narco-espectaculo-puede-terminar/

[6] Aunque existe evidencia anecdótica para suponer que esta dinámica existe, es necesaria una investigación sistemática que arroje luz sobre el intercambio de información entre oferentes y demandantes.

[7] Conferencia de Prensa, Secretaría de Comunicaciones y Transporte, http://www.sct.gob.mx/uploads/media/080722_Conferencia_de_prensa_-_Durango-Mazatlan.pdf

[8] Conferencia de Prensa, Secretaría de Comunicaciones y Transporte, http://www.sct.gob.mx/uploads/media/080722_Conferencia_de_prensa_-_Durango-Mazatlan.pdf

[9] No obstante, es importante tener en cuenta que este dato se comparte a fin de ilustrar de los puntos clave para los entrevistados, pero a la fecha no se ha demostrado una relación causal entre los accesos a la carretera y el incremento de los homicidios en el puerto.

[10] FARFAN-MENDEZ, Cecilia, PORTER, Jayson Maurice, “Setting the Table. The Licit Beginnings of Sinaloa’s Illicit Export Economy”, Noria Research, December 2020 - https://noria-research.com/the-licit-beginnings-of-sinaloas-illicit-export-economy/

[11] Data México, Sinaloa, Complejidad - https://datamexico.org/es/profile/geo/sinaloa-si#complejidad

[12] https://www.doingbusiness.org/en/data/exploreeconomies/mexico/.

[13] http://citsinaloa.gob.mx/en/agribusiness/

[14] Descrita como “la muestra agrícola más importante del noreste de México”.

[15] Hechas a partir de datos recolectados por autoridades en Estados Unidos.

[16] Dólares y pesos de 2018.

El pinche proyecto amapola es una pesadilla no un sueno.

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